lunes, 23 de enero de 2012

Un especialista en construir la Felicidad y las Plantas en su vida.

Martín Seligman, Doctor en Psicología. Director del Centro de Psicología Positiva de Filadelfia.
Autor del libro ‘La felicidad auténtica. A sus 69 años de edad sigue investigando el potencial de la psicología para incrementar la felicidad individual y colectiva.
Te compartimos un párrafo de una entrevista realizado por el periódico español “El Mundo.es”
Periodista: ¿Cómo logramos, entonces incrementar nuestro nivel de felicidad?
Martín Seligman: Las emociones positivas se pueden po­tenciar con herramientas como la medita­ción, la compasión, la gratitud, el humor… Pe­ro una de las aportaciones más liberadoras de la psicología positiva es precisamente que no hay un único camino hacia la felicidad, que hay otros factores que importan tanta a más que un aspecto meramente emocional. El sen­tido de la vida no es una cosa que se herede, es más bien un rasgo funcional que depende del individuo, de sus decisiones, de las cir­cunstancias que se ha ido forjando.  Si quieres incrementar tu nivel de felicidad, y no puedes ir mucho más allá en tus emociones positivas, seguramente puedas volcarte en algo que te apasione y te ayude a sentirte útil, y eso te ve a afectar a un nivel más profundo.
Periodista: ¿Alguna otra pasión en sus ratos libres?
Martín Seligman: La jardineria. Me apasiona. Me puedo pasar horas con las plantas: me conecto con el mundo natu­ral y es una manera de trasmitírselo también a los niños.

Cuentos para cuidar nuestro planeta.

“LA LUNA ROJA” Pedro Pablo Sacristán
Había una vez un pequeño planeta muy triste y gris. Sus habitantes no lo habían cuidado, y aunque tenían todos los inventos y naves espaciales del mundo, habían tirado tantas basuras y suciedad en el campo, que lo contaminaron todo, y ya no quedaban ni plantas ni animales.
Un día, caminando por su planeta, un niño encontró una pequeña flor roja en una cueva. Estaba muy enferma, a punto de morir, así que con mucho cuidado la recogió con su tierra y empezó a buscar un lugar donde pudiera cuidarla. Buscó y buscó por todo el planeta, pero estaba tan contaminado que no podría sobrevivir en ningún lugar. Entonces miró al cielo y vio la luna, y pensó que aquel sería un buen lugar para cuidar la planta.
Así que el niño se puso su traje de astronauta, subió a una nave espacial, y huyó con la planta hasta la luna. Lejos de tanta suciedad, la flor creció con los cuidados del niño, que la visitaba todos los días. Y tanto y tan bien la cuidó, que poco después germinaron más flores, y esas flores dieron lugar a otras, y en poco tiempo la luna entera estaba cubierta de flores.
Por eso de cuando en cuando, cuando las flores del niño se abren, durante algunos minutos la luna se tiñe de un rojo suave, y así nos recuerda que si no cuidamos la Tierra, llegará un día en que sólo haya flores en la luna.

jueves, 12 de enero de 2012

DESDE EL JARDIN

Algo en la vitalidad de las plantas es transmisible a las personas. Por eso muchos buscan rodearse de verde y hay instituciones que proponen su compañía como terapia



Verde que te quiero verde. La naturaleza simboliza el equilibrio y el verde es, definitivamente, el color de la esperanza. Tal vez por eso, para algunos, contar con un espacio vegetal cerca, aunque sea en un pequeño balcón, es un asunto imprescindible. Para ellos, las plantas significan mucho más que simples objetos decorativos. Son una compañía, un pasatiempo, un refugio y un trabajo. Algo del contacto con los colores, la tierra mojada y el olor de las raíces les produce un placer inexplicable que ayuda a enfrentar los problemas de la vida misma.
De hecho, los espacios naturales, los jardines y los bosques han sido utilizados milenariamente como templos espirituales, como sitios para la curación y el alivio. Pero, además, la belleza de la vegetación ha proporcionado inspiración a las más diversas extensiones del arte: a la pintura, las letras y la música.
Hay teorías que afirman que el ser humano tiene una memoria genética que lo conecta con el medio natural. Según esta tesis, como el hombre primitivo vivió durante tanto tiempo rodeado de vegetación, hoy, en medio del asfalto, responde biológicamente de una forma positiva al estímulo generado por los espacios verdes.
De hecho, tanto el sembrar plantas o árboles como el permanecer rodeado de ellos proporciona beneficios físicos y psicológicos demostrados. Existe incluso oficialmente lo que se llama terapia horticultural. Esta disciplina se dicta como carrera de grado y posgrado en la Universidad de Kansas, Estados Unidos, y como cursos de otras ciencias en numerosas universidades e instituciones anglosajonas.
Una de las ventajas más evidente respecto del cultivo es el ejercicio físico que implica. El sembrar y cuidar un jardín se recomienda como una de las mejores gimnasias para las personas mayores. También se utiliza como ejercicio de rehabilitación.
“El contacto con la naturaleza a través del trabajo con las plantas le puede brindar al más severo discapacitado una fuerte motivación para mejorar su independencia y capacidad funcional en la vida diaria”, explica el Dr. James Macadam, jefe del Servicio de Rehabilitación del Hospital Británico.
Y no es sólo cuestión de mover el cuerpo. “La horticultura mantiene y mejora la calidad de vida de manera comprobada en la práctica”, asegura el Dr. R. Wainwright, médico psiquiatra del mismo hospital. Wainwright ha visto en sus pacientes dedicados al cuidado del jardín una mejoría mucho más rápida que la del resto de los internos.

Celebración del paisaje

Pero las bondades de la jardinería no sólo las proporciona el hecho de plantar, sino también el de disfrutar del ambiente. Los paisajistas profesionales estudian las características psicológicas y las necesidades de los habitantes antes de diseñar un jardín.
Christine Raffo, directora del Garden Club Argentino y que trabaja diariamente en el diseño paisajístico, asegura que “el ambiente natural cambia el comportamiento de las personas”. Por ejemplo, explica Raffo, “la conducta de los niños es mucho menos agresiva en las escuelas donde están rodeados de verde que en aquéllas en las que se rodean de cables. Incluso disminuyen los casos de vandalismo. El chico sale al parque y se sienta en el césped o debajo de un árbol. Se controla naturalmente”.
Allí donde los niveles de stress y angustia se encuentran más presentes, como por ejemplo en los hospitales, paisajistas, decoradores y arquitectos recomiendan apostar por los espacios verdes. El diseño de ambientes naturales para calmar el stress es utilizado también en oficinas y fábricas. En los países nórdicos, hay cientos de empresas dedicadas al paisajismo en espacios cerrados. La posibilidad de trabajar en medio de plantas ayuda a llevar adelante el trabajo de un modo positivo.
Es más, según un dueño de un vivero afirma que, en estos últimos tiempos, cuando la situación caldea los ánimos de una gran mayoría, las consultas sobre el cuidado de plantas se acrecentaron considerablemente. Es que algo del contacto con los colores, la tierra mojada y el olor de las raíces produce un placer inexplicable que ayuda a enfrentar los problemas de la vida misma.