Algo en la vitalidad de las plantas es transmisible a las personas. Por eso muchos buscan rodearse de verde y hay instituciones que proponen su compañía como terapia
Verde que te quiero verde. La naturaleza simboliza el equilibrio y el verde es, definitivamente, el color de la esperanza. Tal vez por eso, para algunos, contar con un espacio vegetal cerca, aunque sea en un pequeño balcón, es un asunto imprescindible. Para ellos, las plantas significan mucho más que simples objetos decorativos. Son una compañía, un pasatiempo, un refugio y un trabajo. Algo del contacto con los colores, la tierra mojada y el olor de las raíces les produce un placer inexplicable que ayuda a enfrentar los problemas de la vida misma.
De hecho, los espacios naturales, los jardines y los bosques han sido utilizados milenariamente como templos espirituales, como sitios para la curación y el alivio. Pero, además, la belleza de la vegetación ha proporcionado inspiración a las más diversas extensiones del arte: a la pintura, las letras y la música.
Hay teorías que afirman que el ser humano tiene una memoria genética que lo conecta con el medio natural. Según esta tesis, como el hombre primitivo vivió durante tanto tiempo rodeado de vegetación, hoy, en medio del asfalto, responde biológicamente de una forma positiva al estímulo generado por los espacios verdes.
De hecho, tanto el sembrar plantas o árboles como el permanecer rodeado de ellos proporciona beneficios físicos y psicológicos demostrados. Existe incluso oficialmente lo que se llama terapia horticultural. Esta disciplina se dicta como carrera de grado y posgrado en la Universidad de Kansas, Estados Unidos, y como cursos de otras ciencias en numerosas universidades e instituciones anglosajonas.
Una de las ventajas más evidente respecto del cultivo es el ejercicio físico que implica. El sembrar y cuidar un jardín se recomienda como una de las mejores gimnasias para las personas mayores. También se utiliza como ejercicio de rehabilitación.
“El contacto con la naturaleza a través del trabajo con las plantas le puede brindar al más severo discapacitado una fuerte motivación para mejorar su independencia y capacidad funcional en la vida diaria”, explica el Dr. James Macadam, jefe del Servicio de Rehabilitación del Hospital Británico.
Y no es sólo cuestión de mover el cuerpo. “La horticultura mantiene y mejora la calidad de vida de manera comprobada en la práctica”, asegura el Dr. R. Wainwright, médico psiquiatra del mismo hospital. Wainwright ha visto en sus pacientes dedicados al cuidado del jardín una mejoría mucho más rápida que la del resto de los internos.
Celebración del paisaje
Pero las bondades de la jardinería no sólo las proporciona el hecho de plantar, sino también el de disfrutar del ambiente. Los paisajistas profesionales estudian las características psicológicas y las necesidades de los habitantes antes de diseñar un jardín.
Christine Raffo, directora del Garden Club Argentino y que trabaja diariamente en el diseño paisajístico, asegura que “el ambiente natural cambia el comportamiento de las personas”. Por ejemplo, explica Raffo, “la conducta de los niños es mucho menos agresiva en las escuelas donde están rodeados de verde que en aquéllas en las que se rodean de cables. Incluso disminuyen los casos de vandalismo. El chico sale al parque y se sienta en el césped o debajo de un árbol. Se controla naturalmente”.
Allí donde los niveles de stress y angustia se encuentran más presentes, como por ejemplo en los hospitales, paisajistas, decoradores y arquitectos recomiendan apostar por los espacios verdes. El diseño de ambientes naturales para calmar el stress es utilizado también en oficinas y fábricas. En los países nórdicos, hay cientos de empresas dedicadas al paisajismo en espacios cerrados. La posibilidad de trabajar en medio de plantas ayuda a llevar adelante el trabajo de un modo positivo.
Es más, según un dueño de un vivero afirma que, en estos últimos tiempos, cuando la situación caldea los ánimos de una gran mayoría, las consultas sobre el cuidado de plantas se acrecentaron considerablemente. Es que algo del contacto con los colores, la tierra mojada y el olor de las raíces produce un placer inexplicable que ayuda a enfrentar los problemas de la vida misma.